Con mis saludos a doña Ana Oramas, ofreciéndome a
acompañarla para dar una vuelta por las que desde siempre hemos denominado
barriadas (Los Remedios, San Francisco, San Agustín, La Montaña…). O las de San
Antonio, en La Orotava, donde estuve de maestro desde 1973 a 1980. No se
preocupe, disfrutamos de un DNI semejante al suyo. Puede que el nuestro con
menos lustre, pero, a buen seguro, con más dignidad. Y a los militantes de CC
que han aplaudido a rabiar su discurso, el ruego de que no vayan a la iglesia a
darse golpes en el pecho. No olviden que un tal Jesús, eso leí, echó a patadas
a unos cuantos fariseos por comerciar en el recinto sagrado. Ahora la mercancía
se llama voto. Aunque viendo el percal, lo mismo vuelve un día de estos a echar…
al cura. Sí, hay uno que le puede su condición popular y se permite llamar
sinvergüenza a Pedro Sánchez. ¿No será eso pecado? Un día habrá unas islas… A
perdonar, gomero ilustre. En la décima de hoy, lo del matarile va porque no
rimaba cara al sol.
¿No pedían elecciones
sesudos comentaristas
de este país de cuentistas,
carroñeros y bufones?
Pues que suenen los trombones
que ya comienza el desfile,
y que nadie se obnubile
si retornase el recorte,
porque la prieta cohorte
nos cantará el matarile.
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