domingo, 21 de julio de 2019

Ciudadanos

Ayer en la sobremesa, mientras subía el Col du Tourmalet (el puerto del mal retorno, como creo lo bautizaron los que hicieron la carretera de acceso, ruta que fue mandada a construir por Napoleón III allá por 1846), pensaba que Alberto Rivera corre el peligro de quedarse tal y como se fotografió años atrás al irrumpir en la política nacional bajo el lema de regenerar la política nacional. Que no viene a constituir una novedad, porque Pablo Iglesias, el del chalé (lo de la casta vilipendiada ya es asunto olvidado), también se presentó con idéntico fuelle. Y en ambos casos, no sé si debido a las malas compañías o al verse con unos asientos bancarios que se incrementaban de manera progresiva, se ha quedado todo en agua de borrajas. O en cueros, para ser más exactos.
Cuando creía que el Movistar me iba a dar una alegría allá en la cima de 2115 metros, hube de convencerme de que el tal Julian Alaphilippe no va de farol. El entendido me dirá que restan etapas. Sí, para todos. Y algunos ya van más amortizados que Fernando Clavijo. Se nos fue Contador y nos hemos quedado huérfanos. Recuerdo cuando hice el recorrido del Col d´Aubisque y acabé tan asfixiado que casi no me recupero. Y eso que iba en coche. Imagínate si llega a ser con bicicleta. Bueno, igual que estas últimas ediciones en las que los kilómetros me son más llevaderos desde la cama o el sofá.
Las deserciones en Ciudadanos son mayores que los abandonos en la más grande de las vueltas ciclistas. Los vaivenes del partido ponen cada vez más en entredicho la manera de gestionar que tiene este chiquito. A la patente inmadurez se le une la falta de oxígeno en un ascenso que se le atraganta. No solo se le marchan aquellos que formaron parte activa de los primeros pasos de la formación, sino que desde Canarias –también algunos de mi pueblo– se elevan voces disgustadas y estampan sus firmas en un manifiesto a través de Change.org. Claro, no se puede cantar hasta desgañitarse que van a regenerar las instituciones canarias –lo que supone echar a Coalición Canaria– y cuando los cargos electos se ponen a la labor (Cabildo de Tenerife y Ayuntamiento de Santa Cruz), montan una gestora en las islas.
Y viene el clásico peninsular enterado (¿o escribo godo?) a tapar la dimisión de la secretaria de organización en Gran Canaria alegando que ya estaba cesada. O aquel otro que nos advierte de los peligros que supondrá el gobierno del PSOE con los populistas, mientras Cs va de la mano con la retrógrada, xenófoba y racista ultraderecha en una conducta que deberemos calificar, por lo visto, como ejemplar. Son las consecuencias directas de esnifar gofio en polvo.
Aquellos que ni siquiera peinamos canas por la escasez evidente de cuero cabelludo, contemplamos atónitos los andares de estos naranjitos. Que han primado la buena presencia física –jóvenes, guapos, bien acicalados y otros abalorios diversos– ante la que se presupone condición indispensable para tomar los mandos de cualquier nave: tener la cabeza bien amueblada, las neuronas en orden y la sustancia gris bien engrasada. Como si con la fachada fuese suficiente.
En fin, Alberto, las apariencias engañan. Y aunque la mona se vista de seda… Mucho ruido y pocas nueces. Mucho donaire causa desaire. Por la boca muere el pez. Decir refranes es decir verdades. Más sabe el diablo por viejo que por diablo. Quien no oye consejo no llega a viejo. De desagradecidos está el infierno lleno.
De nada, hombre. Pedagogía ante todo. Cuida ese rebaño. Y no te quejarás de que te puse la foto a la izquierda. Feliz domingo.

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