lunes, 1 de julio de 2019

Liberados

Acabose la experiencia rimada. Toca ahora, en esta segunda parte del año, iniciar otros derroteros más prosistas. Que no prosaicos. Puede que así contente a los lectores que reclamaban otro estilo para los asuntos mundanos de la política. Comienza julio y vamos allá:
Se ha convertido en norma que los equipos de gobierno de las instituciones públicas liberen a todos –o casi– aquellos cargos que han sido elegidos en el pertinente proceso electoral. Y acerca de este vocablo nos indica el DRAE que hace referencia a quien trabaja en exclusiva para un organismo político, sindical o administrativo. Todo ello bajo la más estricta legalidad, establezcamos de antemano. Normas que fueron dictadas por los mismos que se van a beneficiar en mayor o menor medida a lo largo de sus dilatadas trayectorias políticas.
Todo ello conlleva la fijación de suculentos sueldos, amen de otras prebendas a manera de dietas, asistencias y varios conceptos del más diverso pelaje, que, a la humilde manera de entender de este escribano del tres al cuarto, viene a constituir una golosina apetitosa para aquellos a los que no se les conoce otras posibilidades para desarrollar en la vida. Con lo que la mediocridad se ha instalado en la cosa pública de modo alarmante.
Y si la legislación aplicable a tales componendas estableciera requisitos que no posibilitaran la ubicación de todos al frente de los chiringuitos previamente confeccionados, nos inventamos las dedicaciones parciales, establecemos porcentajes y a otra cosa, mariposa. De tal suerte, nada te extrañe que leas cualquier reseña de lo acontecido en recientes sesiones plenarias y te tropieces con surtido número de concejales que destinan el 75% (u otro porcentaje cualquiera) de su complicada agenda a ir por los consistorios. Pero como a ellos no les afecta la obligación de fichar, cualquier excusa puede ser perfectamente válida para justificar ausencias. Empezando por el supuesto jefe, hecho demasiado habitual en ciertos lares cercanos.
El colmo de la desfachatez alcanza cotas de esperpento. Como el aplicarse dedicaciones parciales del 95% por haberse superado el cupo de ediles que la ley establece para la exclusividad. Hecho que ha tumbado cierto tribunal de justicia al entender que tal circunstancia supone una burla evidente a la más común de las inteligencias. Pero ya se sabe el viejo aforismo: el que hizo la ley, hizo la trampa.
En mi ayuntamiento no íbamos a ser menos. El grupo popular ha encontrado acomodo para todos sus miembros. Amén de los que se agregan en calidad de asesores, jefes de no sé qué y secretarios de no sé cuántos. Total, unos 700.000 euros es montante insignificante. La vaca de la Avenida de Canarias es animal que no se seca. Y de tal suerte, los votantes realejeros premiamos a quienes en muchos años han brillado por la escasez de gestión. Díganme, si no, tres obras de cierto empaque de las que podamos disfrutar en la Villa de Viera gracias al empeño y entrega del equipo del señor Domínguez. Pero como nos han vuelto a prometer, por tercera vez –¿será la vencida?–, hipódromos, rehabilitaciones de edificios emblemáticos y otras sartas de mentiras (bien nos gusta que nos engañen en campañas electorales, Tierno Galván dixit), habremos olvidado todo en 2023 y otra palmadita en la espalda, cuando no el beso de rigor, será antídoto suficiente para acudir de nuevo a la urna y cantar las excelencias del ahora también parlamentario y futuro presidente de la gestora si el PP continúa la deriva actual, muy al estilo Cs.
Los realejeros somos así, dadivosos y espléndidos. Nos quedamos con la hojarasca mientras el fruto (presupuestario) es disfrutado por nuestros ídolos. No separamos la paja del grano y somos capaces de premiar a quien nos contenta con unas migajas. No existe planificación de ningún tipo y aplaudimos con las orejas una foto de dos personajes al lado de un bache en cualquier calzada del municipio. Vivimos de rentas e inercias. Y pagamos estupendamente por ello. Por lo visto y leído, el que don Manuel Domínguez cobre del Parlamento supone una enorme ventaja. Como si los dineros no proviniesen de idéntica fuente: tus impuestos y los míos. Está comprobado que la cultura en Los Realejos sí muerde. A pesar de que 13503 esclarecidos me intenten demostrar lo contrario. Debe ser que jamás logré obtener el certificado de estudios primarios en aquella vieja escuela de La Longuera, la de la leche en polvo de doña Gregoria, y la del queso amarillo de por la tarde, y la del evangelio de los sábados por la mañana, y la de las meadas en la pared de zahorra ante la falta de urinarios, y la del Día de San Andrés, y la…
A pesar de mis notorias carencias, estimado Ángel Víctor, como sé de las dificultades que te vas a encontrar en montar todo el organigrama gubernamental, si entiendes que te pueda echar una mano…

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