Podrían caber dentro del capítulo de curiosidades estas
reseñas de la prensa de hace exactamente un siglo (22 de julio de 1919). De la
preocupación existente ante los comportamientos en la calle de la infancia y
juventud. El porqué no estaban escolarizados es asunto de mayor calado. Y los
pocos que podían tener acceso a la prensa, dada la pobreza existente, tanto
intelectual como material, no se veían reflejados en la problemática. Unas pinceladas:
Gaceta de Tenerife: «Ya parece desbordarse la poca
aprehensión de los encargados del buen orden; al pasar por una de las calles
bastante concurridas de esta ciudad hace pocos días presenciamos un espectáculo
tristísimo; varios muchachos que, baraja en mano, jugaban con libertad entera;
en verdad que no nos asustó tanto el hecho en sí mismo, como el contemplar la
codiciosa mirada de aquellos, el brio con que lanzaban sobre la acera las cartas,
y aquel lamentable desparpajo con que dominaban el juego.
Al ser testigos de estas escenas no podemos menos de pensar
en aquellos desgraciados que se ven encenegados en tan repugnante vicio que
lleva el desorden y la ruina a los hogares.
¿Será ocioso recomendar una vez más mayor diligencia a los
llamados a evitar estos actos?».
La Prensa: «De nuevo se quejan los vecinos de
las calles de Callao de Lima y Cayo Blanco, de los frecuentes escándalos y
pedreas con que se distrae una legión de chicos en aquellos contornos.
Y de nuevo llamamos también la atención del señor alcalde,
rogándole, en nombre de las personas perjudicadas, que ponga freno a aquella
cafrería.
Lo pedimos con tanta más razón, cuanto que se da el caso de que
los guardias aparenten ignorar el daño y dejan a los muchachos campar por sus
respetos a la pedrada limpia y a la insolencia… sucia.
Lo que allí ocurre, no es solo una amenaza para los
cristales, sino un peligro para los vecinos y los transeuntes, quienes han de
poner sus cabezas a buen recaudo cada vez que comienza el tiroteo.
No queremos citar ahora casos y perjuicios ya ocasionados,
en la confianza de que todo ello se evitará en adelante, en beneficio de aquel
vecindario y por el decoro de la población».
El Progreso: «La plaza de Weyler y trozo de la
Rambla de Pulido inmediato a aquella están convertidos desde hace algún tiempo
en un verdadero aduar.
En la primera, un enjambre de desocupados se echan en los
bancos y muros a dormir tranquilamente, o se sientan en los muros, colgando los
pies para la calle con lo que molestan a los transeuntes que por las aceras
pasan.
En la segunda raro es el día que no se producen tres o cuatro
escándalos formidables con acompañamiento de palabras del más grueso calibre.
Ayer, precisamente, pasamos dos veces por aquella vía. Una
por la mañana y otra por la tarde.
En la primera oímos un monumental escándalo. Varios
mozalbetes se burlaban de un pobre hombre, y éste se defendía con palabrotas
que eran tonterías comparadas con las que lanzaban los chicos en cuestión, y esto
era a una de las horas de más tránsito por aquella vía, y duró un largo rato.
De más está decir que no apareció un policía.
En la segunda ocasión vimos como un ciclista atropellaba a
un carro. Y decimos que un ciclista atropelló a un carro, por que aquel bajaba rápidamente
por la Rambla de Pulido y fue a tropezar con un carro de los que vienen y van
con mercancías. El ciclista, como es de suponer, fue al suelo con mayor rapidez
que descendía en su máquina, siendo milagroso que una de las ruedas del carro
no le pasara por sobre el cuerpo. La bicicleta quedó hecha una lástima y el
ciclista sufrió algunas contusiones.
Tampoco hizo acto de presencia ningún policía.
Hechos como los que relatados dejamos, repetimos, se
originan cada día tres o cuatro veces, pues por los golfos y ciclistas han sido
tomados por campo de operaciones los lugares ya mencionados.
Varias veces nos hemos ocupado de estos hechos y hemos
rogado se ejerza en ellos más vigilancia para evitar esos excesos, pero no
hemos logrado nada satisfactorio.
¿Lo obtendremos ahora? Mucho lo dudamos».
Hay un capítulo completo en un tocho, que ya te he comentado
en anteriores ocasiones, titulado: Cosas de chicos, ruindades y golferías. Pero…
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