lunes, 22 de julio de 2019

Cosas de la calle

Podrían caber dentro del capítulo de curiosidades estas reseñas de la prensa de hace exactamente un siglo (22 de julio de 1919). De la preocupación existente ante los comportamientos en la calle de la infancia y juventud. El porqué no estaban escolarizados es asunto de mayor calado. Y los pocos que podían tener acceso a la prensa, dada la pobreza existente, tanto intelectual como material, no se veían reflejados en la problemática. Unas pinceladas:
Gaceta de Tenerife: «Ya parece desbordarse la poca aprehensión de los encargados del buen orden; al pasar por una de las calles bastante concurridas de esta ciudad hace pocos días presenciamos un espectáculo tristísimo; varios muchachos que, baraja en mano, jugaban con libertad entera; en verdad que no nos asustó tanto el hecho en sí mismo, como el contemplar la codiciosa mirada de aquellos, el brio con que lanzaban sobre la acera las cartas, y aquel lamentable desparpajo con que dominaban el juego.
Al ser testigos de estas escenas no podemos menos de pensar en aquellos desgraciados que se ven encenegados en tan repugnante vicio que lleva el desorden y la ruina a los hogares.
¿Será ocioso recomendar una vez más mayor diligencia a los llamados a evitar estos actos?».
La Prensa: «De nuevo se quejan los vecinos de las calles de Callao de Lima y Cayo Blanco, de los frecuentes escándalos y pedreas con que se distrae una legión de chicos en aquellos contornos.
Y de nuevo llamamos también la atención del señor alcalde, rogándole, en nombre de las personas perjudicadas, que ponga freno a aquella cafrería.
Lo pedimos con tanta más razón, cuanto que se da el caso de que los guardias aparenten ignorar el daño y dejan a los muchachos campar por sus respetos a la pedrada limpia y a la insolencia… sucia.
Lo que allí ocurre, no es solo una amenaza para los cristales, sino un peligro para los vecinos y los transeuntes, quienes han de poner sus cabezas a buen recaudo cada vez que comienza el tiroteo.
No queremos citar ahora casos y perjuicios ya ocasionados, en la confianza de que todo ello se evitará en adelante, en beneficio de aquel vecindario y por el decoro de la población».
El Progreso: «La plaza de Weyler y trozo de la Rambla de Pulido inmediato a aquella están convertidos desde hace algún tiempo en un verdadero aduar.
En la primera, un enjambre de desocupados se echan en los bancos y muros a dormir tranquilamente, o se sientan en los muros, colgando los pies para la calle con lo que molestan a los transeuntes que por las aceras pasan.
En la segunda raro es el día que no se producen tres o cuatro escándalos formidables con acompañamiento de palabras del más grueso calibre.
Ayer, precisamente, pasamos dos veces por aquella vía. Una por la mañana y otra por la tarde.
En la primera oímos un monumental escándalo. Varios mozalbetes se burlaban de un pobre hombre, y éste se defendía con palabrotas que eran tonterías comparadas con las que lanzaban los chicos en cuestión, y esto era a una de las horas de más tránsito por aquella vía, y duró un largo rato.
De más está decir que no apareció un policía.
En la segunda ocasión vimos como un ciclista atropellaba a un carro. Y decimos que un ciclista atropelló a un carro, por que aquel bajaba rápidamente por la Rambla de Pulido y fue a tropezar con un carro de los que vienen y van con mercancías. El ciclista, como es de suponer, fue al suelo con mayor rapidez que descendía en su máquina, siendo milagroso que una de las ruedas del carro no le pasara por sobre el cuerpo. La bicicleta quedó hecha una lástima y el ciclista sufrió algunas contusiones.
Tampoco hizo acto de presencia ningún policía.
Hechos como los que relatados dejamos, repetimos, se originan cada día tres o cuatro veces, pues por los golfos y ciclistas han sido tomados por campo de operaciones los lugares ya mencionados.
Varias veces nos hemos ocupado de estos hechos y hemos rogado se ejerza en ellos más vigilancia para evitar esos excesos, pero no hemos logrado nada satisfactorio.
¿Lo obtendremos ahora? Mucho lo dudamos».
Hay un capítulo completo en un tocho, que ya te he comentado en anteriores ocasiones, titulado: Cosas de chicos, ruindades y golferías. Pero…

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