jueves, 11 de julio de 2019

No habrá respuesta

Me asaltaron tres dudas en la tarde de ayer. Que traslado a este blog, pero me temo que no va a existir respuesta alguna por las autoridades competentes. Si es que las encontramos, porque ya las incertidumbres han pasado a ser moneda de cambio corriente. Yo no fui y para mí no mires.
Ya no solo se bañan las cabras en el muelle portuense. Fue ahora un coche el que decidió dar el salto. Y cada vez que ocurre algo, la principal preocupación ciudadana es agarrar el móvil para ver quién es el primero que cuelga las fotos en las redes sociales. Antes, incluso, de cerciorarse de si dentro del vehículo había alguien. Cabría aquí comentar aquello de que se impone la primicia y el posible accidentado que se joda. A perdonar el tono coloquial pero es lo que hay.
Un servidor –y seguro que habrá más de uno que coincida con mis planteamientos– se alegra de que todo haya quedado en el correspondiente susto. Que se zanjará con la sanción de rigor por aparcar donde no se debe, el abono de la factura de la grúa y poco más. Aunque si hace unos días mostraba mis reticencias ante la posibilidad de que el baño de las cabras suponga un gravísimo problema sanitario, en el supuesto que nos concita, ¿no hubo derrame (o derramamiento) de aceite, gasolina u otros líquidos contaminantes? Como la mar estaba vacía, el automóvil cayó sobre el risco. Cuando lo sacaron, aún estaban de pie los que desde el agua colaboraron en las labores de izado. Por lo que, me temo, más de una mancha debió producirse con el estampido. ¿Se llevó a cabo por la autoridad portuaria la extracción o tratamiento pertinente? ¿Existe un protocolo o plan de seguridad para potenciales casos similares? No quisiera pensar que se haya estimado conveniente dejar allí el rastro como medida para acabar con las probables garrapatas del ganado caprino por la fiesta de San Juan. En fin, titubeos razonables. Espero que el flamante vicepresidente del Cabildo (por el tiempo que la justicia entienda conveniente o de que Ciudadanos ponga sus ideas en claro) solicite la colaboración de su jefe orgánico insular para que le preste (sin aumento de sueldo) el auxilio del jefe de seguridad que ejerce tal cometido, eso dicen, en el pueblo vecino. Y al nuevo alcalde, un consejo de viejo: Marco (si ese), ponte las pilas porque hay muchos cabos sueltos en el Puerto. Y el agua dentro del recinto del viejo muelle no se renueva tanto como en mar abierta.
Y ya que aludí el Cabildo, puede que haya polémica ante el nombramiento de varios directores insulares. Personajes que ejercen una importante función en el organigrama de la institución insular, que tienen en sus manos un peso importante del presupuesto, pero que se nombran a dedo. Hecho que justifican con lo estipulado en la Ley de Cabildos, al considerar su naturaleza como política y no administrativa. Asunto controvertido, pues la justicia acaba de tumbar un nombramiento similar en el Cabildo de Gran Canaria, argumentando que no se da el principio de la publicidad y libre concurrencia. Además, si es un cargo político debería estar sujeto al veredicto ciudadano y no a un mero conchabe dentro de las cuatro paredes de un despacho. Y es que a la hora de chupar de la teta pública, siempre hay resquicios legales para aumentar el tamaño de la ubre.
Nos aclara el DRAE que investir significa conferir una dignidad o cargo importante. Y en investidura, amén del consabido acción y efecto, carácter que se adquiere en la toma de posesión de ciertos cargos o dignidades. Ello implicará que en todas las partes del mundo deberá existir una persona propuesta para que tal cuestión pueda tener lugar. Menos en Madrid. Donde en la Asamblea se ha celebrado una solemne sesión plenaria de investidura en la que no había candidato para tal honor. En España somos así. Al señor presidente de la Asamblea de Vallecas habría que concederle la más alta distinción de la ineptitud. O, mejor, darle una guataca y ponerlo a coger papas (perdón, patatas) de sol a sol. El esperpento deberá parecerse a una boda sin uno de los contrayentes. ¿Tú crees que todos han cobrado por la asistencia a la pantomima? A lo peor sí.
Y termino con una convicción: no habrá elecciones generales en otoño. Pedro Sánchez será investido (aquí sí hay aspirante) en este mes. O, en su defecto, en septiembre. Los disparos que escuchas en estos días están realizados con balas de fogueo. En suma, voladores gufiados.

Nota final aclaratoria: Olvídense de Carlos Alonso y Lope Afonso y el reparto de áreas por 24 horas. Otra vez será.

No hay comentarios:

Publicar un comentario