Me asaltaron tres dudas en la tarde de ayer. Que traslado a
este blog, pero me temo que no va a existir respuesta alguna por las
autoridades competentes. Si es que las encontramos, porque ya las incertidumbres
han pasado a ser moneda de cambio corriente. Yo no fui y para mí no mires.
Ya no solo se bañan las cabras en el muelle portuense. Fue
ahora un coche el que decidió dar el salto. Y cada vez que ocurre algo, la
principal preocupación ciudadana es agarrar el móvil para ver quién es el
primero que cuelga las fotos en las redes sociales. Antes, incluso, de
cerciorarse de si dentro del vehículo había alguien. Cabría aquí comentar
aquello de que se impone la primicia y el posible accidentado que se joda. A
perdonar el tono coloquial pero es lo que hay.
Un servidor –y seguro que habrá más de uno que coincida con
mis planteamientos– se alegra de que todo haya quedado en el correspondiente
susto. Que se zanjará con la sanción de rigor por aparcar donde no se debe, el
abono de la factura de la grúa y poco más. Aunque si hace unos días mostraba
mis reticencias ante la posibilidad de que el baño de las cabras suponga un gravísimo
problema sanitario, en el supuesto que nos concita, ¿no hubo derrame (o
derramamiento) de aceite, gasolina u otros líquidos contaminantes? Como la mar
estaba vacía, el automóvil cayó sobre el risco. Cuando lo sacaron, aún estaban
de pie los que desde el agua colaboraron en las labores de izado. Por lo que,
me temo, más de una mancha debió producirse con el estampido. ¿Se llevó a cabo
por la autoridad portuaria la extracción o tratamiento pertinente? ¿Existe un
protocolo o plan de seguridad para potenciales casos similares? No quisiera
pensar que se haya estimado conveniente dejar allí el rastro como medida para
acabar con las probables garrapatas del ganado caprino por la fiesta de San
Juan. En fin, titubeos razonables. Espero que el flamante vicepresidente del
Cabildo (por el tiempo que la justicia entienda conveniente o de que Ciudadanos
ponga sus ideas en claro) solicite la colaboración de su jefe orgánico insular
para que le preste (sin aumento de sueldo) el auxilio del jefe de seguridad que
ejerce tal cometido, eso dicen, en el pueblo vecino. Y al nuevo alcalde, un
consejo de viejo: Marco (si ese), ponte las pilas porque hay muchos cabos
sueltos en el Puerto. Y el agua dentro del recinto del viejo muelle no se
renueva tanto como en mar abierta.
Y ya que aludí el Cabildo, puede que haya polémica ante el
nombramiento de varios directores insulares. Personajes que ejercen una importante
función en el organigrama de la institución insular, que tienen en sus manos un
peso importante del presupuesto, pero que se nombran a dedo. Hecho que
justifican con lo estipulado en la Ley de Cabildos, al considerar su naturaleza
como política y no administrativa. Asunto controvertido, pues la justicia acaba
de tumbar un nombramiento similar en el Cabildo de Gran Canaria, argumentando
que no se da el principio de la publicidad y libre concurrencia. Además, si es
un cargo político debería estar sujeto al veredicto ciudadano y no a un mero conchabe
dentro de las cuatro paredes de un despacho. Y es que a la hora de chupar de la
teta pública, siempre hay resquicios legales para aumentar el tamaño de la ubre.
Nos aclara el DRAE que investir significa conferir una
dignidad o cargo importante. Y en investidura, amén del consabido acción y
efecto, carácter que se adquiere en la toma de posesión de ciertos cargos o
dignidades. Ello implicará que en todas las partes del mundo deberá existir una
persona propuesta para que tal cuestión pueda tener lugar. Menos en Madrid.
Donde en la Asamblea se ha celebrado una solemne sesión plenaria de investidura
en la que no había candidato para tal honor. En España somos así. Al señor
presidente de la Asamblea de Vallecas habría que concederle la más alta
distinción de la ineptitud. O, mejor, darle una guataca y ponerlo a coger papas
(perdón, patatas) de sol a sol. El esperpento deberá parecerse a una boda sin
uno de los contrayentes. ¿Tú crees que todos han cobrado por la asistencia a la
pantomima? A lo peor sí.
Y termino con una convicción: no habrá elecciones generales
en otoño. Pedro Sánchez será investido (aquí sí hay aspirante) en este mes. O, en su defecto, en septiembre. Los
disparos que escuchas en estos días están realizados con balas de fogueo. En
suma, voladores gufiados.
Nota final aclaratoria: Olvídense de Carlos Alonso y Lope Afonso y el reparto de áreas por 24 horas. Otra vez será.
Nota final aclaratoria: Olvídense de Carlos Alonso y Lope Afonso y el reparto de áreas por 24 horas. Otra vez será.
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