jueves, 25 de julio de 2019

Embestidura

Que sí, está bien, no te preocupes. De embestir. Aunque en el fondo pienso que siguen siendo fuegos de artificio todas estas pantomimas. Balas de fogueo. Voladores gufiados. Además, se necesita ser masoquista para aguantar semejante tostón. Aparte de tener la próstata en perfectas condiciones para soportar tantas horas sin vaciar la vejiga. Qué necesidad. Menos mal que lo móviles suavizan las esperas. Si de mí dependiera, al hemiciclo no entra nadie con ellos. Quizás alguno ya llevó los encomios grabados.
No dediqué ni un minuto a sentarme ante artilugio que lo retransmitiese para ver el debate. ¿Qué debate? Si cada uno acude con la chuleta preparada y suelta su perorata sin tener en cuenta lo que dijo el otro. Y es curioso lo de los aplausos. En el algún caso, aún sin abrir la boca ya lo ovacionan. ¿Y cómo te atreves a confirmar eso si alegas no haberlo visto? Es que ya pequé gravemente tiempo atrás. ¿Ha variado algo? Seguro que no, porque todos venden lo mismo. Hasta que no cambien el formato, conmigo no cuenten. Demasiado previsibles. No hay libertad de movimientos. Cada cual juega en el puesto que estableció el entrenador y de ahí no se menea nadie.
Cuando uno ya presume de unas cuantas décadas a sus espaldas, las sorpresas cada vez son menos. Es como la primera ocasión que visité el Paisaje Lunar. Había visto tantas fotografías, a cada cual más espectacular, que al presentarse ante mis ojos la cruda realidad, me llevé tremenda desilusión. Y en la política, para nuestra desgracia, cada intervención de cualquier líder de una formación política parece ir encaminada a contentar a los suyos, a preservar espacios y a consolidar chiringuitos. Se queda uno con la impresión de que solo defienden privilegios –qué hay de lo mío– y sus discursos no calan en ese sentimiento de que intentan mejorar la calidad de vida de la ciudadanía en general. No es que sea pesimista, pero esa impresión no me da.
¿Cosas de viejo? Seguramente. Dado que me conformo con la pensión y no vivo a la espera de lo que pueda caer, observo el andar de los cachorros y reclamo otros mimbres. Como no soy adivino, al redactar estas líneas (martes en la mañana, encerrado en casa por un inesperado proceso diarreico) no tengo la más remota idea de cómo va a quedar el asunto de la investidura, perdón, de la embestidura. Porque te habrás percatado de que todos los grupos se arrogan verdades absolutas. No habrás vislumbrado una mínima coincidencia con el parecer del otro. Y se les llena la boca con el vocablo diálogo, pero siguen empecinados en parlamentos de besugos.
Me temo, por desgracia, que iremos a peor con el paso del tiempo. Porque en los partidos no medra sino aquel que por falta evidente de preparación y ganas de progresar en cualquier ámbito de la vida, solo es capaz de vivir al amparo de la teta pública. Son las redes sociales excelente termómetro. En esa cultura de falta de esfuerzo no me van a encontrar.
Hoy jueves se conocerá el desenlace. Cuando este post, debidamente programado, ya esté publicado. De si Pedro Sánchez será o no presidente con mayoría simple o habrá que seguir esperando. Las elecciones fueron el 28 de abril. Hoy es 25 de julio. Mucho hay que cambiar en la Constitución y en la Ley Electoral. Contento no estoy. En cualquier trabajo estas cosas no pasan. No somos serios con los dineros de los impuestos que todos pagamos. Bueno, casi todos. Y no proporcionalmente a rentas y patrimonios. Reitero, pase lo que pase, contento no estoy. Diría que más bien cabreado. Tanto que si me llaman para algún puesto les voy a decir que no. Ya está.

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